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MIS HISTORIAS 06 de junio de 2024 Daniel Bosque* Daniel Bosque*
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Arriba esos pulgares. Gracias, gracias

Hace 20 años que ritualmente escribo algo sobre el Día del Periodista. En los comienzos temía repetirme pero el mundo siempre te da de comer, no así los gobiernos y sus oficinas de impuestos. Recorrí en estos días mi espinel de apuntes e impresiones para ver por donde salta la liebre para el escabeche del 7-J y veo que el mayor obstáculo desde hace tiempo es gambetear el lamento de los veteranos de guerra de las viejas redacciones que quedaron incrustados en sus propias normandías, besando la arena, aferrados a oxidadas olivettis.

Algo comenzó a andar mal antes del fin de siglo, tres o cuatro crisis atrás según el calendario gregoriano argentino, cuando aterrizaron las redes sociales  y los yogures con cereal a nuestras trincheras. Mientras despedíamos la petaca de ginebra invernal y los Particulares 30 nos invadió el colesterol bueno y la chía omega3.

diarios peru¿Quiere noticias? No, gracias

En aquellos 90 de las primeras patillas comenzamos a cobrar por cajero y los teléfonos fijos andaban. Ahora ya ni voy al cajero, acabo de sacar efectivo en la heladería y la telefónica me dice que la próxima vez que los chatarreros roben el cableado de la cuadra que le diga adiós al servicio.

Para sentarme a decir esto he tenido que resetearme. El cerebro de un periodista se parece bastante al de un ser humano: Un 10% del storage está ocupado por links y contraseñas que no recuerda y otro 15% sigue asignado a cuentas, datos y efemérides que no cierran. El resto se reparte entre 10% familia y amigos, un 25% de salud y futbol. Y un 40% de noticias, de las cuales nueve de cada diez son malas.  

Disculpas si los por cientos no dan, pero el burn out o cabeza quemada es el mal del momento, como el dengue. Me dice mi cardiólogo que apague el teléfono ocho horas por día, las cuatro que duermo y en lo posible otras cuatro, pero me ahí pierdo, como cantaba Alberto no cortés

Esta semana Putin dijo que soltará la bomba y una radio amiga me ha llamado:
- “Dani, queremos que nos cuentes por qué es bueno vivir en América Latina”. 
- “Hola hola, se corta tengo problemas con el retorno”, les digo y cuelgo. 

En un foro de viejos escribas impactados por el rollo de la Inteligencia Artificial recordábamos a colegas que ya no están, que usaban el diccionario y se acordaban de llamarle a la madre desde el laburo. ¿Cómo hacer periodismo ahora con tantas redes?, dicen hoy los periodistas de todas las edades. La pregunta adecuada debería ser para qué o quién,  dirían Oscar Wilde y Bernard Shaw. 

periodistasPeriodistas, una tribu sospechosa


- “Muy buena tu crónica pero no la leí” me dice  sin ningún rubor un gerente importantísimo. 

- “¿Te puedo decir algo?”  le pregunto a mi hijo. 
- “Si es breve sí, tengo como 100 mensajes por leer y escuchar, más bien mándame un mensajito, chau papá”.

Hay que monetizar el negocio de la comunicación, me comenta un consultor. Otro me dice ayer lo contrario, que en las crisis es lo que mejor va. Mirá vos, la tele informa que la papa en este acabose social son los bares para beber y olvidar.

Lo mejor del Día del Periodista es que se acuerdan de vos los parientes que no ves desde Navidad.  Es como otro solsticio de invierno en el que te clavás unas lentejas con los queridos y de paso hablás mal de la gente, primero los políticos, a los demás los iremos llamando. 

- “¿Vos sos influencer?” me pregunta el pibe de la cochera. "No todavía, pero compré un jopo por Amazon y ya me vas a ver cuándo lo tenga".

Por dentro ardo de inquietud, porque son las 12 y a esta altura Javier Milei ya subió 70 tuits, dice que puede hacer eso y gobernar la crisis, la autoestima tántrica de sentirse un pibe. Me va a ser imposible alcanzarlo con este puñado de letras.

Aquí te dejo mi canal. No me dones plata que me metés en un lío. Si te gustó dale like y participás en un concurso. Regalos por portería.

*Periodista

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